El Mecanismo Editorial en Bogotá entre el XIX-XX. Una aproximación historiográfica y editorial a las publicaciones periódicas entre los siglo XIX-XX (1881-1905) en Santa Fe de Bogotá. ( Cap. 3. MARCO HISTÓRICO DE LOS PROCESOS EDITORIALES EN BOGOTÁ. )


MARCO HISTÓRICO DE LOS PROCESOS EDITORIALES EN BOGOTÁ.



Los eruditos sacrifican la inspiración por la forma.
Gonzalo España


2.1 Un Complejo País Llamado Colombia
En esta época las aproximaciones son imprecisas, por tanto debemos hacer una muestra de lo que realmente pasó y de manera breve evidenciar los acontecimientos que marcarán el contexto histórico que será la base de la historia que se quiere evidenciar en la mecánica editorial en el cambio de época. El siglo XIX gira alrededor de los esfuerzos por transformar una economía con un nivel muy bajo de integración al mercado en un sistema económico y servicios producían solo para el ámbito mercantil. El principal motor del cambio económico durante el siglo XIX fue el comercio exterior. Desde 1875, como resultado de las fricciones políticas que se manifiestan en la división liberal y la guerra del año siguiente, el valor de las exportaciones comenzó a descender.
Las estadísticas y los censos evidencian ciertas características, sin embargo en relación con el nivel educativo o el lugar de nacimiento se han obtenido datos claros, sin embargo en 1870 se rescató información sobre la ocupación de los habitantes en las que destacaban en la lista agricultores, artesanos, comerciantes, sirvientes, menores y estudiantes. La población en Cundinamarca entre 1887 a 1905 era de 550 a 631 mil habitantes y en Bogotá en 1887 había 78.000.
Empero, durante la época susodicha existió gran interés por parte de los dirigentes colombianos sobre el incremento de la población, esto se debió a que consideraban al país pocamente  poblado, por ello se trató de estimular la inmigración europea en la nación. Sin embargo sus esfuerzos fueron en vano ya que las guerras civiles redujeron el incremento poblacional interno, dejando de lado también la aparición de los inmigrantes por la situación. Ya en 1882 eran frecuentes las epidemias de viruela en Bogotá. Solo a finales del siglo comenzaron los centros urbanos más importantes a introducir servicios públicos y normas de higiene que podríamos considerar eficaces, pero es poco probable que las ciudades fueran más saludables que las áreas rurales. En este caso el Papel Periódico Ilustrado evidenció un aporte al sentido de la salubridad en la ciudad en diversos de sus ejemplares.
Desde el tráfico comercial internacional el país se ponía en contacto con las zonas productoras de bienes de exportación mediante las regiones de la costa; del mismo modo los productos de importación eran distribuidos desde la costa hasta los sitios de sus consumo. Las exportaciones en Colombia generaron en 1880 15.165.000 $ y en 1905 14.480.000 $, empero al descenso, el tiempo intermedio fue de crecimiento debido al abandono de la política de libre cambio, pero decayó con el estallido de la guerra de los Mil Días. Los ingresos nacionales para 1898 eran de 7.000.000. Aliado también a un régimen aduanero que desempeñó una cierta función de protección a algunos sectores de la actividad económica nacional, sobre todo artesanal e industrial durante el gobierno de Rafael Reyes y la imposición de las normativas de la Regeneración[1].
Durante el siglo XIX, las ventas al exterior de oro y plata continuaron, pero de forma muy lenta. Las artesanías textiles no parecen haber preocupado mucho a los grupos económicos dominantes y se quedarán en un segundo plano.  Y con la agudización de los conflictos políticos y el desorden del sistema bancario se crearon algunas dificultades a los empresarios y en 1890 aumenta el interés por el establecimiento de industrias modernas.
2.2 El Hombre: Un Animal Político, Bélico y Religioso
Durante el siglo XIX surgieron seis constituciones: 1832, 1843, 1853, 1858, 1863 y 1886. De 1863 a 1886 era Estados Unidos de Colombia, y de 1886 hasta la actual República de Colombia. Además de las constituciones, durante el siglo incontables cantidades de rebeliones se presentaron, entre las que destacamos la de 1884-1885; la de 1895 y la de 1899 a 1902, conocida como Guerra de los Mil días. Las transformaciones constitucionales, los cambios de nombre y las guerras eran expresión de un debate de intereses de ideas e ideologías que comenzaban en la prensa o en la tribuna, pasaban frecuentemente por los campos militares y se plasmaban en actos legales que concretizaban los intereses, ideas y aspiraciones de los vencedores mediante la escritura de una carta magna.
Ya en la participación y las divisiones políticas, el Partido Liberal y el Partido Conservador se estructuraron a mediados del siglo XIX. En 1848 para el programa liberal y 1849 para el programa conservador redactado por Mariano Ospina. El problema religioso es lo que en determinados momentos señala una línea fronteriza  clara entre el partido liberal y el conservador. El liberalismo frena a la iglesia. Una muestra de su pensamiento, a propósito de las comunidades religiosas, lo expresaba el periódico liberal El Nacional, del 7 de octubre de 1866: “Han debido extinguirse las comunidades religiosas, por la sencilla razón de que ellas han venido a ser inútiles. Diré más: creo que tal como ellas existen entre nosotros, habían venido a ser perniciosas”.
En 1885-1886 se produjo de nuevo la guerra. Los radicales de Santander se levantaron contra el gobierno central presidido por Rafael Núñez, quien como liberal había sido elegido presidente por segunda vez en 1884. Ante la rebelión, el presidente recibió el apoyo del partido conservador, y estos,  el grupo liberal que apoyaba a Núñez, vinieron a formar lo que se llamó el Partido Nacional, base de la política de la Regeneración.
La rebelión de 1895 fue corta y en ella se mostró la eficacia represiva de un fuerte poder central y militar. Un sector del Partido Liberal, los radicales, encontraron en la guerra la única posibilidad de manifestación ante un sistema electoral organizado en su contra –similar al que ellos habían practicado en el poder-, que les impedía el acceso al parlamento, y ante la imposibilidad por la represión, manifestaron su desacuerdo mediante la prensa.
La política de orden de la regeneración, para un sector del liberalismo se traducía en represión. El Partido Conservador estaba dividido entre nacionalistas, que apoyaban el gobierno e históricos que lo impugnaban. Núñez, reelegido en 1886, gobernaba por interpuesta persona y la presidencia había sido ocupada por los vicepresidentes (Carlos Holgín, 1888-1892, y su cuñado Miguel Antonio Caro, 1892-1898).
El ideólogo de la Regeneración fue Núñez y su plan global incluía tres instancias: La económica, la jurídico-política y la ideología. El proyecto económico tuvo como soporte la creación del Banco Nacional y la implantación del papel moneda. El proyecto político de Núñez se plasmó en la carta magna de 1886 y fue presentado como cuestión administrativa: “Regeneración o catástrofe” fueron las palabas usadas por Núñez para incubarlo. Un proyecto político de Estado fuerte y centralizado. En la nueva constitución el federalismo quedó abolido. El artículo 1° decía: “La nación colombiana se reconstituye en forma de República unitaria”. Para la elección de representantes, se estableció un sufragio cualificado por saber leer y escribir o por las rentas y el patrimonio. La elección de senadores y presidentes se consagró en forma indirecta, mediante electores elegidos.
En el campo educativo las escuelas funcionaron de forma casi exclusiva en los núcleos urbanos, sin embargo la Regeneración generó la apertura de escuelas, y para 1897 había 144.067. “La educación pública será organizada y dirigida en concordancia con la Religión Católica” (art. 41). El concordato firmado con la Santa Sede en 1887 y adicionado en 1892, consagró en textos la función de amalgama del proyecto ideológico. Art. 13. El gobierno impedirá que en el desempeño de asignaturas literarias, científicas y, en general, en todas las ramas de instrucción, se propaguen ideas contrarias al dogma católico y al respeto y veneración debida a la iglesia. La educación en la regeneración se componía en el decreto de  preceptos convencionales sobre exámenes, sanciones, premios; formar hombres instruidos suficientemente en los conocimientos elementales, sanos de cuerpo y espíritu, dignos y capaces de ser ciudadanos del país. La ley orgánica de Educación, 39 de 1903 en primer lugar establece un racional sistema de inspección nacional, departamental o local. Los maestros deberían emplear el método intuitivo, acostumbrar a los niños a la observación, enseñarles a pensar rectamente, dar ejemplo de dignidad y buena manera, y fomentar en ellos el culto por la patria y la veneración de las grandes figuras de su historia.
La eficacia de un nuevo ejército centralizado, acrecido y modificado en su estructura, se vio en las guerras de 1895, y de 1899 a 1902, en las que el Estado central aplastó la revolución, aunque no sucedió lo mismo en un conflicto internacional, con Norteamérica, cuando Panamá se separa de Colombia en 1903.
En este proceso es difícil asumir qué papel les correspondería a las consecuencias de las guerras civiles, las epidemias, la inmigración procedente de otras provincias, etc., pero el efecto físico sobre la ciudad misma es más accesible: un grabado aparecido en 1882 en el Papel Periódico Ilustrado, dirigido por Alberto Urdaneta, muestra un panorama urbano de la ciudad que sería esencialmente el mismo que se observa más de cien años antes en una vista pictórica de J. Aparicio Morata (1772), y una fotografía, también panorámica de la ciudad tomada hacía 1908, no registra cambio alguno notable en el conjunto urbano. La población colombiana continuaba buscando su identidad política, pero había definido ya, a grandes rasgos, su estratificación de clases sociales, y por consiguiente, la estructuración funcional de sus ciudades.
2.2.1 Pero También es un Animal Cultural, Estético , Artístico y Escritor
Bogotá, según Mejía Pavony, sufre una serie de transformaciones urbanas entre 1819 y 1910 que le permiten romper con el sistema colonial y reconfigurar los usos del suelo urbano, el utillaje material y el gobierno administrativo municipal a finales del siglo XIX, además presenta una creciente tendencia hacia las formas institucionales de formación y circulación de la producción artística. Algunas de ellas son la Academia Nacional de Música (1882), el Ateneo de Bogotá (1884), la Escuela Nacional de Bellas Artes (1886), El Teatro Municipal (1890) y el Teatro Colón (1885). La ciudad de Bogotá, tenía en su formación interna un núcleo financiero y de comercio, además de hoteles, cafés, restaurantes, clubes, entre otros. Esto da la concepción de ciudad burguesa en las prácticas referentes al grupo social específico y dominante, grupo social que aparece con un largo proceso, pero repentinamente para los observadores, quienes reciben a una fuerte comunidad con gustos particulares. El romanticismo de la época va a exigir en la música, en la poesía, en la literatura, en la pintura, una emotividad cuyo clima debía, teóricamente, ser tan intenso como el que se vivía en otros órdenes de existencia. Es por ello que podemos encontrar que entre 1886 y 1895 Cantini se ocupará de la obra del Teatro Colón, y a él se le debe este muy destacado ejemplar del género de los grandes teatros suramericanos de la época republicana. En el arte, las enseñanzas del Papel Periódico Ilustrado de Alberto Urdaneta, quien viajó para adquirir conocimientos agropecuarios en tierras galas, y encontró, en cambio, la manera en que se trabaja el boj para ilustrar revistas de informaciones miscelánicas. El paisaje, lo mismo que el dibujo y el grabado, se consideraban como temas y procedimientos solo aceptables como ilustración o en virtud de divertimentos ingeniosos y habilidosos. Y basta decir, asimismo, que fueron varias y de ilustre renombre y larga circulación las publicaciones dedicadas, con principal y notorio espacio, a la información sobre el arte.
El Papel Periódico Ilustrado, acaso la más conocida de todas, es documento imprescindible y valioso aporte del siglo XIX; también lo fueron, La Crónica, El Heraldo, El Autonomista, El Monserrate, El Repertorio Colombiano y Lectura y Arte, en las cuales escribían historiadores y críticos del arte con evidente seriedad y dominio del tema. Como Alerto Urdaneta, pedagogo, maestro excepcional, historiador, erudito y conductor de cultura; Rafael Pombo, coleccionista de arte y crítico sagaz. Rafael Espinosa Guzmán, erudito en el pensamiento estético, escritor agudo y crítico autorizado.
Entre 1870 y 1880 se desarrollaron polémicas intelectuales sobre la construcción de civilización y modernidad en el contexto global. Fue por esa década por la que Menéndez y Pelayo habló de la Atenas Suramericana para referirse a Bogotá, y el diplomático argentino Miguel Cané pudo caracterizar a Colombia como una república de catedráticos. Las influencias intelectuales francesas e inglesas eran muy intensas. Un dato  indicativo de la actividad política e intelectual es el número de imprentas y periódicos que había en 1874, según los Anales de la Universidad Nacional, había en el país 41 imprentas y 60 periódicos; y solo en Cundinamarca – y la mayor parte en Bogotá- había 12 imprentas y 23 periódicos. En el ámbito intelectual la universidad tomó un papel fundamental como la baza del balance entre lo moderno, lo intelectual y lo moderno. La universidad como una institución de educación creada por la ley y sostenida con fondos nacionales, para dar pública y gratuitamente enseñanza secundaria y profesional. A la ficción del humanismo colombiano se  agrega la de que la realidad social de Colombia en el siglo pasado y a comienzos del presente que no había sufrido aun profundamente los efectos de la modernización y de la incorporación del país al sistema capitalista, fue identificada con el régimen señorial, que a su vez se consideraba como la cifra de la Nación. Al comenzar el siglo presente, la literatura colombiana se fundaba en artificios: el de la cultura de viñeta y del de una visión de la historia del país que, contemplada tras los lentes señoriales, era tan parroquial como la cultura de la imagen e ilustración.
Esta época, es un periodo que repite y renueva (Regeneración) el pasado, y un momento que presagia y preludia el futuro. Puede caracterizarse el periodo histórico como una época de cambios, de agitación social, de crisis económica y de enfrentamiento político que remata en una larga y sangrienta guerra civil, en el filo mismo del cruce de siglos: Épocas de intensa agitación y contradicción ideológica y cultural. Literariamente, la etapa puede ser definida como una transición desde las últimas manifestaciones del romanticismo hasta los movimientos renovadores de los simbolistas franceses, de los modernistas latinoamericanos, de los novelistas naturalistas y realistas y de la generación del 98 en España. La novelística de la época se divide en realista y crítica, y la poesía modernista, urbana y cosmopolita. Según Halperin Donghi, las innovaciones no eran presentadas como un retorno liso y llano al conservadurismo, sino como una consecuencia de la muerte de las ideologías tradicionales y de la adopción de un progresismo atento a intereses y no a ideales. Por ello puede verse la Regeneración como la instauración de un orden matizadamente burgués, con rezagos arcaicos y tendencias modernizantes en cierto sentido, que a veces parecen nacer más bien como contradicción del movimiento regenerativo.
En 1895 Tomás Carrasquilla viajaba a Bogotá a editar su primera novela Frutos de mi tierra, esto nos revela la importancia de Bogotá como centro de desarrollo urbano, intelectual y técnico. En la historia y la literatura, las costumbres son manifestaciones estereotipadas del hombre; el costumbrismo es, ante todo, tipista, quiere lo representativo, lo común, lo sobresaliente  o protuberante visto desde fuera.  Su preocupación principal fue siempre su circunstancia histórico-social, pero plasmada en quienes realizan esa historia y componen concretamente esta sociedad. Los intelectuales reflejan en sus obras los conflictos, las contradicciones, los sueños de la minoría dirigente. Esta minoría quiere actualizarse, quiere ser moderna, quiere tener su lugar en el mundo, en la historia coetánea. Al mismo tiempo los modernistas expresan este deseo de integración en la cultura de las nuevas metrópolis, pero también su repulsa y rechazo por la mediocridad y la degradación de su tiempo y circunstancias inmediatas. Además, de ellos podemos rescatar un enfrentamiento entre literatura de ámbito rural o provincial y literatura modernamente urbana.
2.3 La Civilización Colombiana
Entre 1895 y 1910 existe crecimiento continuado de la población urbana en toda Latinoamérica. Bogotá, durante la administración Reyes, se acercaba ya a los 120.000 habitantes en 1905. Hecho que generaba mejoras técnicas gracias a la Regeneración, por ello según Orlando Melo,  Bogotá contaba ya con un sistema de tranvías urbanos, con alumbrado eléctrico y acueducto, y el cemento había permitido la construcción de las primeras edificaciones de más de tres pisos. Este mismo hecho se referenciaba durante su proceso de construcción desde la prensa de la época.
El siglo XIX colombiano se caracteriza por una evolución bastante más lenta y menos progresista que la de otros países latinoamericanos. El clasicismo, tan celosamente cultivado por los intelectuales se convierte en red de opresión por parte de los grupos para evitar incursiones que fueran más allá de lo aceptado por la comunidad.
El país recibía el siglo XX en medio de una guerra y ella, de muchas maneras, iría a pesar sobre el desenvolvimiento económico de los años siguientes. La Guerra de los Mil Días fue no solo la más larga, la de efectos más devastadores, sino también la última. Entre 80.000 y 100.000 muertos, en un país de cuatro millones de habitantes. Combinada además con la destrucción de la riqueza pública, la cual,  mientras duró la guerra, se estima en 25 millones de pesos oro. Además de las pérdidas materiales y de la visible decadencia de la actividad económica, recaían sobre el país los procedimientos con que el gobierno financiaba su participación. La guerra dejaba como saldo la paralización de la agricultura, el rompimiento del comercio y de las comunicaciones y un desvertebramiento total de la circulación monetaria y de la esfera financiera. Corresponderá al gobierno de Reyes, iniciado en 1904, la tarea de reconstruir el país. La navegación y los ferrocarriles, que apenas habían recibido atención alguna, percibieron un notable impulso. Se acentuó también el hasta entonces incipiente proteccionismo industrial y se dieron toda clase de subvenciones y apoyos a los empresarios. La industria pudo desarrollarse ampliamente en casi todas las regiones del país al amparo de este tipo de protección. Ejemplo de esto es que hacia 1900 había en Bogotá 12 fábricas, después de 1905 podía hacerse un balance más alentador gracias al proteccionismo y los incentivos del gobierno, la integración y ampliación de mercados. En este sentido de desarrollo los problemas eran varios, el primero era el de las vías de comunicación, que no solo eran insuficientes, sino que hasta entonces habían sido orientadas exclusivamente en función de la actividad exportadora, ligando los puertos de embarque marítimo.
Durante el siglo XIX y comienzos del XX, el comercio interno era relativamente débil, la densidad poblacional era baja, con más de la mitad del territorio colombiano virtualmente deshabitado, había una pobreza más o menos generalizada, además de la crónica inestabilidad política y de una organización administrativa inclinada sin duda hacia la autonomía local. 
Con el ingreso de Rafael Reyes (empresario y aventurero) a la presidencia en 1904 se acogió el lema “Empuñemos los instrumentos de trabajo.” No se trataba de que la libertad trajera el progreso, sino más bien que el progreso trajera la libertad. En 1905 se crea la asamblea Nacional. Sin embargo, varios años más tarde las masas en Bogotá se insurreccionaron el 13 de marzo de 1909, por fin, contra el presidente que habían aclamado años antes. “Todo Bogotá amaneció republicana el 13 de marzo, así se había dormido dictatorial la víspera.”
Luego de dicho acto Carlos E. Restrepo, próximo presidente de la república en 1910 declara:
Con alegría hemos depuesto las armas y renunciado a la triste prerrogativa de matarnos: así hemos hallado la paz; pero no hemos querido ni podido renunciar al pensamiento; porque a un pueblo que no piensa – ni habla ni escribe lo pensado- de nada le sirve la paz: a esta le es tan necesario el ruido de las ideas como el del yunque, la azada y las locomotoras. Considero que para las naciones modernas, si la libertad de prensa no es la primera de las libertades, sí es la base de ellas y condición esencial de las otras. (Instituto Colombiano de Cultura, 1979, p. 134)
2.4 El Mundo Histórico Editorial
La historia “editorial” comienza cuando la imprenta ingresó a Colombia en la época de la colonia con la llegada de la comunidad Jesuita en 1737. Este invento en su primer momento se desarrolló en China, a mediados del siglo IX, de tipos móviles de madera, sin embargo, en 1450 Gutemberg inventa los caracteres metálicos, dándole gran acogida a la imprenta en Europa. Hubo desde entonces una revolución en el desarrollo de la comunicación en el Viejo Mundo. La sociedad intelectual conoció un positivo cambio, generando así gran aumento en la lectura de libros, el surgimiento de periódicos y la divulgación de hechos e hitos más importante de cada momento. El círculo intelectual avanzó, y no fue mucho el tiempo hasta que llegó al continente americano.
La llegada de la imprenta a Colombia se organizó exclusivamente para el uso religioso como lo son las novenas, padrenuestros, oraciones a los santos y alabanzas a Dios. Su uso se presenta como fundamental para la llegada de los Jesuitas que pretendían llevar la palabra de su señor  a la mayoría de los habitantes. Empero, en 1785 aparece El aviso del terremoto, que eran volantes que contaban el suceso trágico del derrumbe de construcciones al amanecer del 12 de julio en Santafé de Bogotá, este es el primer momento en el cual la imprenta deja de tener un único fin, y se usa para más de lo que se pretendía con su llegada, es el inicio de la prensa en Colombia y por tanto, es el inicio de las publicaciones periódicas y del editor en la materia periodística. Sin embargo, desde el inicio mismo de la escritura medieval la visión del editor aparece latente, un editor que va de escriba, de impresor o comerciante, encargado de distribuir los capítulos en serie de libros por entrega, de panfletos religiosos o información de eventos religiosos. Un editor que se va formando poco a poco a mediada que su oficio va avanzando más allá del lugar de donde comenzó junto con las ideas a difundir.
La imprenta estaba llamada a liberarnos de la tiranía de imprimir los libros en la lejana España, donde casi todos se perdían o se archivaban hasta el fin de los siglos. Creó y puso en movimiento una nueva y singular especie desconocida entre nosotros: el editor. (España, 2007, p. 50)
En 1791, el cubano Manuel del Socorro Rodríguez publica el Papel Periódico de Santa Fé de Bogotá, en este momento en Colombia la periodicidad destaca como característica primordial. En 1808, el sabio Caldas comienza otra fase del periodismo científico con el Semanario del Nuevo Reino de Granada. Después del grito de independencia aparece la denominada Patria Boba, momento en el cual el periodismo y los papeles juegan un papel vital debido a que los caudillos se atacaban entre ellos desde las líneas tintadas de los periódicos. Bagatela, es la publicación que en 1811 comienza con el periodismo político, quienes el 19 de septiembre imprimen una edición extraordinaria llamada noticias muy gordas donde realizan un ataque directo a Jorge Tadeo Lozano. Esta publicación consigue que el presidente (Jorge Tadeo Lozano) abandone el poder dejando en remplazo al Gobernador Nariño. Sirviendo de muestra del poder que llega a alcanzar un medio si cuenta con el prestigio y el poder necesario.
Más adelante, Santander expresa sus ideas en El Patriota en 1823. Sin embargo, después de la guerra de 1840, la ideología de los partidos comienza a estabilizarse y la prensa es el instrumento idóneo para el ataque y la defensa de los gobiernos. Por ello, muchas publicaciones salen a la luz como medio de ataque, crítica o salvaguarda de quienes las dirigen. Sin embargo, en el gobierno de Murillo Toro sale a la luz en 1864 el Diario Oficial, periódico al completo servicio del Estado. Durante este periodo del siglo XIX son muchos los papeles que intentan llegar al público lector, pero la gran mayoría son efímeros, no duran más de dos o tres números y desaparecen. Pero con el paso del tiempo, ya en el siglo XX, los partidos políticos se acentúan mucho más y sus raíces protegen a sus proyectos que dejan de ser tan efímeros.
En el cambio del siglo XIX al XX los editores no tenían una técnica tan sofisticada que les permitiera un alto tiraje, por lo que un número de dos mil ejemplares como expresión máxima era lo que podía llegar a las ciudades donde habitaban más de 50 mil personas.
En definitiva pudimos observar que el contexto histórico de un corto periodo de tiempo es más que los años que se puedan contar de inicio a fin, observando el mundo desde la visión sistémica y de una historia larga y continua es necesario observar y entender un poco el pasado y el futuro del momento, es visualizar los aspectos y pensar sobre la forma en que esto influye en la mecánica editorial [2] o incluso como la mecánica editorial podría influir en el contexto.



[1] Los gobiernos de la Regeneración dotaron al país de una red ferroviaria y la creación del Banco Central, aunque en 1894 el Banco Nacional cerró por el escándalo de varias emisiones clandestinas e ilegales.
[2] El editorial es el compromiso que contrae el director o el diario con el público.

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