El Mecanismo Editorial en Bogotá entre el XIX-XX. Una aproximación historiográfica y editorial a las publicaciones periódicas entre los siglo XIX-XX (1881-1905) en Santa Fe de Bogotá. ( Cap. 3. MARCO HISTÓRICO DE LOS PROCESOS EDITORIALES EN BOGOTÁ. )
MARCO HISTÓRICO DE LOS
PROCESOS EDITORIALES EN BOGOTÁ.
Los eruditos sacrifican la inspiración por la
forma.
Gonzalo
España
2.1 Un
Complejo País Llamado Colombia
En
esta época las aproximaciones son imprecisas, por tanto debemos hacer una
muestra de lo que realmente pasó y de manera breve evidenciar los
acontecimientos que marcarán el contexto histórico que será la base de la
historia que se quiere evidenciar en la mecánica editorial en el cambio de
época. El siglo XIX gira alrededor de los esfuerzos por transformar una
economía con un nivel muy bajo de integración al mercado en un sistema
económico y servicios producían solo para el ámbito mercantil. El principal
motor del cambio económico durante el siglo XIX fue el comercio exterior. Desde
1875, como resultado de las fricciones políticas que se manifiestan en la
división liberal y la guerra del año siguiente, el valor de las exportaciones
comenzó a descender.
Las
estadísticas y los censos evidencian ciertas características, sin embargo en
relación con el nivel educativo o el lugar de nacimiento se han obtenido datos
claros, sin embargo en 1870 se rescató información sobre la ocupación de los
habitantes en las que destacaban en la lista agricultores, artesanos, comerciantes,
sirvientes, menores y estudiantes. La población en Cundinamarca entre 1887 a
1905 era de 550 a 631 mil habitantes y en Bogotá en 1887 había 78.000.
Empero,
durante la época susodicha existió gran interés por parte de los dirigentes
colombianos sobre el incremento de la población, esto se debió a que
consideraban al país pocamente poblado,
por ello se trató de estimular la inmigración europea en la nación. Sin embargo
sus esfuerzos fueron en vano ya que las guerras civiles redujeron el incremento
poblacional interno, dejando de lado también la aparición de los inmigrantes
por la situación. Ya en 1882 eran frecuentes las epidemias de viruela en
Bogotá. Solo a finales del siglo comenzaron los centros urbanos más importantes
a introducir servicios públicos y normas de higiene que podríamos considerar
eficaces, pero es poco probable que las ciudades fueran más saludables que las
áreas rurales. En este caso el Papel
Periódico Ilustrado evidenció un aporte al sentido de la salubridad en la
ciudad en diversos de sus ejemplares.
Desde
el tráfico comercial internacional el país se ponía en contacto con las zonas
productoras de bienes de exportación mediante las regiones de la costa; del
mismo modo los productos de importación eran distribuidos desde la costa hasta
los sitios de sus consumo. Las exportaciones en Colombia generaron en 1880
15.165.000 $ y en 1905 14.480.000 $, empero al descenso, el tiempo intermedio
fue de crecimiento debido al abandono de la política de libre cambio, pero
decayó con el estallido de la guerra de los Mil Días. Los ingresos nacionales
para 1898 eran de 7.000.000. Aliado también a un régimen aduanero que desempeñó
una cierta función de protección a algunos sectores de la actividad económica
nacional, sobre todo artesanal e industrial durante el gobierno de Rafael Reyes
y la imposición de las normativas de la Regeneración[1].
Durante
el siglo XIX, las ventas al exterior de oro y plata continuaron, pero de forma
muy lenta. Las artesanías textiles no parecen haber preocupado mucho a los
grupos económicos dominantes y se quedarán en un segundo plano. Y con la agudización de los conflictos
políticos y el desorden del sistema bancario se crearon algunas dificultades a
los empresarios y en 1890 aumenta el interés por el establecimiento de
industrias modernas.
2.2 El
Hombre: Un Animal Político, Bélico y Religioso
Durante
el siglo XIX surgieron seis constituciones: 1832, 1843, 1853, 1858, 1863 y
1886. De 1863 a 1886 era Estados Unidos de Colombia, y de 1886 hasta la actual
República de Colombia. Además de las constituciones, durante el siglo
incontables cantidades de rebeliones se presentaron, entre las que destacamos
la de 1884-1885; la de 1895 y la de 1899 a 1902, conocida como Guerra de los
Mil días. Las transformaciones constitucionales, los cambios de nombre y las
guerras eran expresión de un debate de intereses de ideas e ideologías que
comenzaban en la prensa o en la tribuna, pasaban frecuentemente por los campos
militares y se plasmaban en actos legales que concretizaban los intereses,
ideas y aspiraciones de los vencedores mediante la escritura de una carta
magna.
Ya
en la participación y las divisiones políticas, el Partido Liberal y el Partido
Conservador se estructuraron a mediados del siglo XIX. En 1848 para el programa
liberal y 1849 para el programa conservador redactado por Mariano Ospina. El
problema religioso es lo que en determinados momentos señala una línea
fronteriza clara entre el partido
liberal y el conservador. El liberalismo frena a la iglesia. Una muestra de su pensamiento,
a propósito de las comunidades religiosas, lo expresaba el periódico liberal El Nacional, del 7 de octubre de 1866:
“Han debido extinguirse las comunidades religiosas, por la sencilla razón de
que ellas han venido a ser inútiles. Diré más: creo que tal como ellas existen
entre nosotros, habían venido a ser perniciosas”.
En
1885-1886 se produjo de nuevo la guerra. Los radicales de Santander se
levantaron contra el gobierno central presidido por Rafael Núñez, quien como
liberal había sido elegido presidente por segunda vez en 1884. Ante la
rebelión, el presidente recibió el apoyo del partido conservador, y estos, el grupo liberal que apoyaba a Núñez,
vinieron a formar lo que se llamó el Partido Nacional, base de la política de
la Regeneración.
La
rebelión de 1895 fue corta y en ella se mostró la eficacia represiva de un
fuerte poder central y militar. Un sector del Partido Liberal, los radicales,
encontraron en la guerra la única posibilidad de manifestación ante un sistema
electoral organizado en su contra –similar al que ellos habían practicado en el
poder-, que les impedía el acceso al parlamento, y ante la imposibilidad por la
represión, manifestaron su desacuerdo mediante la prensa.
La
política de orden de la regeneración, para un sector del liberalismo se
traducía en represión. El Partido Conservador estaba dividido entre
nacionalistas, que apoyaban el gobierno e históricos que lo impugnaban. Núñez,
reelegido en 1886, gobernaba por interpuesta persona y la presidencia había
sido ocupada por los vicepresidentes (Carlos Holgín, 1888-1892, y su cuñado
Miguel Antonio Caro, 1892-1898).
El
ideólogo de la Regeneración fue Núñez y su plan global incluía tres instancias:
La económica, la jurídico-política y la ideología. El proyecto económico tuvo
como soporte la creación del Banco Nacional y la implantación del papel moneda.
El proyecto político de Núñez se plasmó en la carta magna de 1886 y fue
presentado como cuestión administrativa: “Regeneración o catástrofe” fueron las
palabas usadas por Núñez para incubarlo. Un proyecto político de Estado fuerte
y centralizado. En la nueva constitución el federalismo quedó abolido. El
artículo 1° decía: “La nación colombiana se reconstituye en forma de República
unitaria”. Para la elección de representantes, se estableció un sufragio
cualificado por saber leer y escribir o por las rentas y el patrimonio. La elección
de senadores y presidentes se consagró en forma indirecta, mediante electores
elegidos.
En
el campo educativo las escuelas funcionaron de forma casi exclusiva en los
núcleos urbanos, sin embargo la Regeneración generó la apertura de escuelas, y
para 1897 había 144.067. “La educación pública será organizada y dirigida en
concordancia con la Religión Católica” (art. 41). El concordato firmado con la
Santa Sede en 1887 y adicionado en 1892, consagró en textos la función de
amalgama del proyecto ideológico. Art. 13. El gobierno impedirá que en el
desempeño de asignaturas literarias, científicas y, en general, en todas las
ramas de instrucción, se propaguen ideas contrarias al dogma católico y al
respeto y veneración debida a la iglesia. La educación en la regeneración se
componía en el decreto de preceptos
convencionales sobre exámenes, sanciones, premios; formar hombres instruidos
suficientemente en los conocimientos elementales, sanos de cuerpo y espíritu,
dignos y capaces de ser ciudadanos del país. La ley orgánica de Educación, 39
de 1903 en primer lugar establece un racional sistema de inspección nacional,
departamental o local. Los maestros deberían emplear el método intuitivo,
acostumbrar a los niños a la observación, enseñarles a pensar rectamente, dar
ejemplo de dignidad y buena manera, y fomentar en ellos el culto por la patria
y la veneración de las grandes figuras de su historia.
La
eficacia de un nuevo ejército centralizado, acrecido y modificado en su
estructura, se vio en las guerras de 1895, y de 1899 a 1902, en las que el
Estado central aplastó la revolución, aunque no sucedió lo mismo en un
conflicto internacional, con Norteamérica, cuando Panamá se separa de Colombia
en 1903.
En
este proceso es difícil asumir qué papel les correspondería a las consecuencias
de las guerras civiles, las epidemias, la inmigración procedente de otras
provincias, etc., pero el efecto físico sobre la ciudad misma es más accesible:
un grabado aparecido en 1882 en el Papel
Periódico Ilustrado, dirigido por Alberto Urdaneta, muestra un panorama
urbano de la ciudad que sería esencialmente el mismo que se observa más de cien
años antes en una vista pictórica de J. Aparicio Morata (1772), y una
fotografía, también panorámica de la ciudad tomada hacía 1908, no registra cambio
alguno notable en el conjunto urbano. La población colombiana continuaba
buscando su identidad política, pero había definido ya, a grandes rasgos, su
estratificación de clases sociales, y por consiguiente, la estructuración
funcional de sus ciudades.
2.2.1 Pero
También es un Animal Cultural, Estético , Artístico y Escritor
Bogotá,
según Mejía Pavony, sufre una serie de transformaciones urbanas entre 1819 y
1910 que le permiten romper con el sistema colonial y reconfigurar los usos del
suelo urbano, el utillaje material y el gobierno administrativo municipal a
finales del siglo XIX, además presenta una creciente tendencia hacia las formas
institucionales de formación y circulación de la producción artística. Algunas
de ellas son la Academia Nacional de Música (1882), el Ateneo de Bogotá (1884),
la Escuela Nacional de Bellas Artes (1886), El Teatro Municipal (1890) y el
Teatro Colón (1885). La ciudad de Bogotá, tenía en su formación interna un
núcleo financiero y de comercio, además de hoteles, cafés, restaurantes,
clubes, entre otros. Esto da la concepción de ciudad burguesa en las prácticas
referentes al grupo social específico y dominante, grupo social que aparece con
un largo proceso, pero repentinamente para los observadores, quienes reciben a
una fuerte comunidad con gustos particulares. El romanticismo de la época va a
exigir en la música, en la poesía, en la literatura, en la pintura, una
emotividad cuyo clima debía, teóricamente, ser tan intenso como el que se vivía
en otros órdenes de existencia. Es por ello que podemos encontrar que entre
1886 y 1895 Cantini se ocupará de la obra del Teatro Colón, y a él se le debe
este muy destacado ejemplar del género de los grandes teatros suramericanos de
la época republicana. En el arte, las enseñanzas del Papel Periódico Ilustrado de Alberto Urdaneta, quien viajó para
adquirir conocimientos agropecuarios en tierras galas, y encontró, en cambio,
la manera en que se trabaja el boj para ilustrar revistas de informaciones
miscelánicas. El paisaje, lo mismo que el dibujo y el grabado, se consideraban
como temas y procedimientos solo aceptables como ilustración o en virtud de
divertimentos ingeniosos y habilidosos. Y basta decir, asimismo, que fueron
varias y de ilustre renombre y larga circulación las publicaciones dedicadas,
con principal y notorio espacio, a la información sobre el arte.
El
Papel Periódico Ilustrado, acaso la
más conocida de todas, es documento imprescindible y valioso aporte del siglo
XIX; también lo fueron, La Crónica, El
Heraldo, El Autonomista, El Monserrate, El Repertorio Colombiano y Lectura y Arte, en las cuales escribían
historiadores y críticos del arte con evidente seriedad y dominio del tema.
Como Alerto Urdaneta, pedagogo, maestro excepcional, historiador, erudito y
conductor de cultura; Rafael Pombo, coleccionista de arte y crítico sagaz.
Rafael Espinosa Guzmán, erudito en el pensamiento estético, escritor agudo y
crítico autorizado.
Entre
1870 y 1880 se desarrollaron polémicas intelectuales sobre la construcción de
civilización y modernidad en el contexto global. Fue por esa década por la que
Menéndez y Pelayo habló de la Atenas Suramericana para referirse a Bogotá, y el
diplomático argentino Miguel Cané pudo caracterizar a Colombia como una
república de catedráticos. Las influencias intelectuales francesas e inglesas
eran muy intensas. Un dato indicativo de
la actividad política e intelectual es el número de imprentas y periódicos que
había en 1874, según los Anales de la Universidad Nacional, había en el país 41
imprentas y 60 periódicos; y solo en Cundinamarca – y la mayor parte en Bogotá-
había 12 imprentas y 23 periódicos. En el ámbito intelectual la universidad
tomó un papel fundamental como la baza del balance entre lo moderno, lo
intelectual y lo moderno. La universidad como una institución de educación
creada por la ley y sostenida con fondos nacionales, para dar pública y
gratuitamente enseñanza secundaria y profesional. A la ficción del humanismo
colombiano se agrega la de que la
realidad social de Colombia en el siglo pasado y a comienzos del presente que
no había sufrido aun profundamente los efectos de la modernización y de la
incorporación del país al sistema capitalista, fue identificada con el régimen
señorial, que a su vez se consideraba como la cifra de la Nación. Al comenzar
el siglo presente, la literatura colombiana se fundaba en artificios: el de la
cultura de viñeta y del de una visión de la historia del país que, contemplada
tras los lentes señoriales, era tan parroquial como la cultura de la imagen e
ilustración.
Esta
época, es un periodo que repite y renueva (Regeneración) el pasado, y un
momento que presagia y preludia el futuro. Puede caracterizarse el periodo
histórico como una época de cambios, de agitación social, de crisis económica y
de enfrentamiento político que remata en una larga y sangrienta guerra civil,
en el filo mismo del cruce de siglos: Épocas de intensa agitación y
contradicción ideológica y cultural. Literariamente, la etapa puede ser
definida como una transición desde las últimas manifestaciones del romanticismo
hasta los movimientos renovadores de los simbolistas franceses, de los
modernistas latinoamericanos, de los novelistas naturalistas y realistas y de
la generación del 98 en España. La novelística de la época se divide en
realista y crítica, y la poesía modernista, urbana y cosmopolita. Según
Halperin Donghi, las innovaciones no eran presentadas como un retorno liso y
llano al conservadurismo, sino como una consecuencia de la muerte de las
ideologías tradicionales y de la adopción de un progresismo atento a intereses
y no a ideales. Por ello puede verse la Regeneración como la instauración de un
orden matizadamente burgués, con rezagos arcaicos y tendencias modernizantes en
cierto sentido, que a veces parecen nacer más bien como contradicción del
movimiento regenerativo.
En
1895 Tomás Carrasquilla viajaba a Bogotá a editar su primera novela Frutos de mi tierra, esto nos revela la
importancia de Bogotá como centro de desarrollo urbano, intelectual y técnico.
En la historia y la literatura, las costumbres son manifestaciones
estereotipadas del hombre; el costumbrismo es, ante todo, tipista, quiere lo
representativo, lo común, lo sobresaliente
o protuberante visto desde fuera.
Su preocupación principal fue siempre su circunstancia histórico-social,
pero plasmada en quienes realizan esa historia y componen concretamente esta
sociedad. Los intelectuales reflejan en sus obras los conflictos, las
contradicciones, los sueños de la minoría dirigente. Esta minoría quiere
actualizarse, quiere ser moderna, quiere tener su lugar en el mundo, en la
historia coetánea. Al mismo tiempo los modernistas expresan este deseo de
integración en la cultura de las nuevas metrópolis, pero también su repulsa y
rechazo por la mediocridad y la degradación de su tiempo y circunstancias
inmediatas. Además, de ellos podemos rescatar un enfrentamiento entre
literatura de ámbito rural o provincial y literatura modernamente urbana.
2.3 La Civilización
Colombiana
Entre
1895 y 1910 existe crecimiento continuado de la población urbana en toda
Latinoamérica. Bogotá, durante la administración Reyes, se acercaba ya a los
120.000 habitantes en 1905. Hecho que generaba mejoras técnicas gracias a la
Regeneración, por ello según Orlando Melo,
Bogotá contaba ya con un sistema de tranvías urbanos, con alumbrado
eléctrico y acueducto, y el cemento había permitido la construcción de las
primeras edificaciones de más de tres pisos. Este mismo hecho se referenciaba
durante su proceso de construcción desde la prensa de la época.
El
siglo XIX colombiano se caracteriza por una evolución bastante más lenta y
menos progresista que la de otros países latinoamericanos. El clasicismo, tan
celosamente cultivado por los intelectuales se convierte en red de opresión por
parte de los grupos para evitar incursiones que fueran más allá de lo aceptado
por la comunidad.
El
país recibía el siglo XX en medio de una guerra y ella, de muchas maneras, iría
a pesar sobre el desenvolvimiento económico de los años siguientes. La Guerra
de los Mil Días fue no solo la más larga, la de efectos más devastadores, sino
también la última. Entre 80.000 y 100.000 muertos, en un país de cuatro
millones de habitantes. Combinada además con la destrucción de la riqueza
pública, la cual, mientras duró la
guerra, se estima en 25 millones de pesos oro. Además de las pérdidas
materiales y de la visible decadencia de la actividad económica, recaían sobre
el país los procedimientos con que el gobierno financiaba su participación. La
guerra dejaba como saldo la paralización de la agricultura, el rompimiento del
comercio y de las comunicaciones y un desvertebramiento total de la circulación
monetaria y de la esfera financiera. Corresponderá al gobierno de Reyes,
iniciado en 1904, la tarea de reconstruir el país. La navegación y los
ferrocarriles, que apenas habían recibido atención alguna, percibieron un
notable impulso. Se acentuó también el hasta entonces incipiente proteccionismo
industrial y se dieron toda clase de subvenciones y apoyos a los empresarios.
La industria pudo desarrollarse ampliamente en casi todas las regiones del país
al amparo de este tipo de protección. Ejemplo de esto es que hacia 1900 había
en Bogotá 12 fábricas, después de 1905 podía hacerse un balance más alentador
gracias al proteccionismo y los incentivos del gobierno, la integración y
ampliación de mercados. En este sentido de desarrollo los problemas eran
varios, el primero era el de las vías de comunicación, que no solo eran
insuficientes, sino que hasta entonces habían sido orientadas exclusivamente en
función de la actividad exportadora, ligando los puertos de embarque marítimo.
Durante
el siglo XIX y comienzos del XX, el comercio interno era relativamente débil,
la densidad poblacional era baja, con más de la mitad del territorio colombiano
virtualmente deshabitado, había una pobreza más o menos generalizada, además de
la crónica inestabilidad política y de una organización administrativa
inclinada sin duda hacia la autonomía local.
Con
el ingreso de Rafael Reyes (empresario y aventurero) a la presidencia en 1904
se acogió el lema “Empuñemos los instrumentos de trabajo.” No se trataba de que
la libertad trajera el progreso, sino más bien que el progreso trajera la
libertad. En 1905 se crea la asamblea Nacional. Sin embargo, varios años más
tarde las masas en Bogotá se insurreccionaron el 13 de marzo de 1909, por fin,
contra el presidente que habían aclamado años antes. “Todo Bogotá amaneció
republicana el 13 de marzo, así se había dormido dictatorial la víspera.”
Luego
de dicho acto Carlos E. Restrepo, próximo presidente de la república en 1910
declara:
Con alegría hemos depuesto las armas y renunciado a la
triste prerrogativa de matarnos: así hemos hallado la paz; pero no hemos
querido ni podido renunciar al pensamiento; porque a un pueblo que no piensa –
ni habla ni escribe lo pensado- de nada le sirve la paz: a esta le es tan
necesario el ruido de las ideas como el del yunque, la azada y las locomotoras.
Considero que para las naciones modernas, si la libertad de prensa no es la
primera de las libertades, sí es la base de ellas y condición esencial de las
otras. (Instituto Colombiano de Cultura, 1979, p. 134)
2.4 El
Mundo Histórico Editorial
La
historia “editorial” comienza cuando la imprenta ingresó a Colombia en la época
de la colonia con la llegada de la comunidad Jesuita en 1737. Este invento en
su primer momento se desarrolló en China, a mediados del siglo IX, de tipos
móviles de madera, sin embargo, en 1450 Gutemberg inventa los caracteres metálicos,
dándole gran acogida a la imprenta en Europa. Hubo desde entonces una
revolución en el desarrollo de la comunicación en el Viejo Mundo. La sociedad
intelectual conoció un positivo cambio, generando así gran aumento en la
lectura de libros, el surgimiento de periódicos y la divulgación de hechos e
hitos más importante de cada momento. El círculo intelectual avanzó, y no fue
mucho el tiempo hasta que llegó al continente americano.
La
llegada de la imprenta a Colombia se organizó exclusivamente para el uso
religioso como lo son las novenas, padrenuestros, oraciones a los santos y
alabanzas a Dios. Su uso se presenta como fundamental para la llegada de los
Jesuitas que pretendían llevar la palabra de su señor a la mayoría de los habitantes. Empero, en
1785 aparece El aviso del terremoto,
que eran volantes que contaban el suceso trágico del derrumbe de construcciones
al amanecer del 12 de julio en Santafé de Bogotá, este es el primer momento en
el cual la imprenta deja de tener un único fin, y se usa para más de lo que se
pretendía con su llegada, es el inicio de la prensa en Colombia y por tanto, es
el inicio de las publicaciones periódicas y del editor en la materia
periodística. Sin embargo, desde el inicio mismo de la escritura medieval la
visión del editor aparece latente, un editor que va de escriba, de impresor o
comerciante, encargado de distribuir los capítulos en serie de libros por
entrega, de panfletos religiosos o información de eventos religiosos. Un editor
que se va formando poco a poco a mediada que su oficio va avanzando más allá
del lugar de donde comenzó junto con las ideas a difundir.
La imprenta estaba llamada a liberarnos de la tiranía de
imprimir los libros en la lejana España, donde casi todos se perdían o se
archivaban hasta el fin de los siglos. Creó y puso en movimiento una nueva y
singular especie desconocida entre nosotros: el editor.
(España, 2007, p. 50)
En
1791, el cubano Manuel del Socorro Rodríguez publica el Papel Periódico de Santa Fé de Bogotá, en este momento en Colombia
la periodicidad destaca como característica primordial. En 1808, el sabio
Caldas comienza otra fase del periodismo científico con el Semanario del Nuevo Reino de Granada. Después del grito de
independencia aparece la denominada Patria Boba, momento en el cual el
periodismo y los papeles juegan un papel vital debido a que los caudillos se
atacaban entre ellos desde las líneas tintadas de los periódicos. Bagatela, es la publicación que en 1811
comienza con el periodismo político, quienes el 19 de septiembre imprimen una edición
extraordinaria llamada noticias muy
gordas donde realizan un ataque directo a Jorge Tadeo Lozano. Esta
publicación consigue que el presidente (Jorge Tadeo Lozano) abandone el poder
dejando en remplazo al Gobernador Nariño. Sirviendo de muestra del poder que
llega a alcanzar un medio si cuenta con el prestigio y el poder necesario.
Más
adelante, Santander expresa sus ideas en El
Patriota en 1823. Sin embargo, después de la guerra de 1840, la ideología
de los partidos comienza a estabilizarse y la prensa es el instrumento idóneo
para el ataque y la defensa de los gobiernos. Por ello, muchas publicaciones
salen a la luz como medio de ataque, crítica o salvaguarda de quienes las
dirigen. Sin embargo, en el gobierno de Murillo Toro sale a la luz en 1864 el Diario Oficial, periódico al completo
servicio del Estado. Durante este periodo del siglo XIX son muchos los papeles
que intentan llegar al público lector, pero la gran mayoría son efímeros, no
duran más de dos o tres números y desaparecen. Pero con el paso del tiempo, ya
en el siglo XX, los partidos políticos se acentúan mucho más y sus raíces
protegen a sus proyectos que dejan de ser tan efímeros.
En
el cambio del siglo XIX al XX los editores no tenían una técnica tan
sofisticada que les permitiera un alto tiraje, por lo que un número de dos mil
ejemplares como expresión máxima era lo que podía llegar a las ciudades donde
habitaban más de 50 mil personas.
En
definitiva pudimos observar que el contexto histórico de un corto periodo de tiempo
es más que los años que se puedan contar de inicio a fin, observando el mundo
desde la visión sistémica y de una historia larga y continua es necesario
observar y entender un poco el pasado y el futuro del momento, es visualizar
los aspectos y pensar sobre la forma en que esto influye en la mecánica
editorial [2]
o incluso como la mecánica editorial podría influir en el contexto.
[1]
Los gobiernos de la Regeneración dotaron al país de una red ferroviaria y la
creación del Banco Central, aunque en 1894 el Banco Nacional cerró por el
escándalo de varias emisiones clandestinas e ilegales.
[2]
El editorial es el compromiso que contrae el director o el diario con el
público.
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