La intencionalidad de la acción comunicativa.

Jürgen Habermas, filósofo, sociólogo y profesor alemán; y John Rogers Searle, profesor y filósofo
estadounidense; ambos conocidos por sus aportes a la filosofía del lenguaje, han expuesto diferentes
hipótesis para explicar, desde el aspecto comunicativo, qué puntos son los que intervienen en el acto
del habla. Mientras que el primero propone una teoría de la acción comunicativa, definida como la
interacción de por lo menos dos sujetos capaces de emplear el lenguaje, entablando así una relación
interpersonal a partir del desarrollo de un concepto de racionalidad, la elaboración de una nueva
concepción de sociedad y el desarrollo de una crítica de la modernidad; el segundo desarrolla un buen
número de conceptos, entre los cuales destacan el de universo individual e intencionalidad,
proponiéndolos como factores relevantes dentro del acto del habla. Si bien cada uno desarrolló
su teoría de forma distinta, es posible encontrar ciertas similitudes entre estas, permitiéndonos así
crear una propuesta de una teoría comunicativa aún más sólida. A partir de esta oportunidad
generamos la propuesta de relacionar la acción comunicativa de Habermas y la intencionalidad
de Searle, enfocándonos en generar no solo simples relaciones, sino muestras claras de la
complementariedad de ambos autores, y del beneficio que esto presenta a las investigaciones
de la mente. 


Como ya se dijo anteriormente, centraremos nuestro ensayo en la relación de la acción comunicativa
de Habermas y la intencionalidad de Searle, con el objetivo de producir una teoría de la comunicación
más fuerte. No obstante, antes de explicar nuestra hipótesis como tal, será necesario explicar los dos
aspectos que la componen y de esta forma orientar a aquellos que no tengan conocimiento de estos
autores, sus investigaciones y las conclusiones de estas.
En primer lugar explicaremos la acción comunicativa de Habermas, siendo esta, tal como lo
mencionamos en la introducción, la interacción de por lo menos dos sujetos capaces de emplear
el lenguaje, el cual es el único medio que nos permite plenamente relacionarnos con el mundo,
lo cual permite formular conceptos y el acercarnos a las problemáticas de la racionalidad. Por lo
tanto el acto del habla actúa como medio de entendimiento y  de esta forma el entendimiento
lingüístico termina siendo un mecanismo de coordinación de la acción con las actividades
teleológicas.


Los movimientos corporales así como, las acciones convencionales son cuestionados en el campo
de la acción por el hecho de entenderse como simples acciones físicas que no pueden ponerse en
el mismo conjunto que el lenguaje; pero el debate surge cuando se pregunta, cual es la motivación
de ese acto, está claro que los actos varían de acuerdo a las situaciones y la finalidad.


El entendimiento dentro del acto del habla se determina cuando los interlocutores reconocen la
validez de lo dicho, entonces la acción comunicativa determina el lenguaje como un medio en el
cual existen procesos de entendimiento, en cuyo transcurso los participantes, al relacionarse con
el mundo, presentan pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o discutidas. 


En la sustentación de nuestra hipótesis, creemos esencial observar las diferentes posturas expuestas
por los autores, además en nuestra necesidad de justificar la hibridación de teorías, realizaremos
una comparación critica-analitica de los aspectos importantes de la acción comunicativa y la
intencionalidad, cada una con diversos matices, que son complementarios  y necesarios para
nuestra sustentación. 
Antes que nada, para desarrollar  nuestra relación debemos observar el concepto sobre la
coordinación de acciones, trabajado por Habermas el cual se basa esencialmente en el desarrollo
de la comunicación y su relación con el lenguaje como medio para poder llegar a coordinar acciones
lo cual llega a generar el primer fenómeno relacionado con los estados cerebrales, conscientes e
inconscientes, debido a que la generación de creación de acciones se ve reflejado en los distintos
estilos de estados, en los cuales, podemos observar que un estado cerebral consciente es uno capaz
de generar pensamientos e ideas, y las facultades de pensamiento creadoras de la acción comunicativa
fomentadora de la generación de acciones, pero dicha relación no queda aquí,  debido a que al
observar la pragmática formal de Habermas, la cual quiere salvaguardar la constitución de la
experiencia comunicativa y crear una validez del habla, la cual se da en una relación, entre el
proceso de comunicación y el habla entre los interlocutores, lo que crea la experiencia comunicativa
el cual se antecede en el hecho del estado consciente creador de la experiencia mental que
fundamentara la acción comunicativa, pero que debe comenzar en la validez, ya que si la experiencia
comunicativa nace en un estado inconsciente dicha validez queda comprometida y la
coordinación de acciones se afecta. En nuestro desarrollo de comprobación de hipótesis.


Otro aspecto muy importante que debemos tener en cuenta es el desarrollo es la relación ponerse
en el lugar del otro, o simpatía, término utilizado por Edmund Burke, el cual nos dice que debemos
ponernos en el lugar de nuestro interlocutor, para así anticipar sus reacciones, respecto a mis propias
manifestaciones, esto es llamado por Habermas como interacción simbólicamente mediada.
La interacción es una construcción lingüística de la intersubjetividad que distingue entre una
comunicación estratégica e instrumental y un intercambio comunicativo orientado al entendimiento
con otros. 


Dicha postura de Habermas se encuentra observada en el sentido de los distintos tipos de
intencionalidad, los cuales podemos dividirlos en tres. El primero de ellos es el de la intencionalidad
intrínseca, el cual se puede encontrar como un estilo de interacción interna del sujeto, en el cual,
solo el puede definir su sentido, su acción comunicativa es “subjetiva” propia y no se puede afectar
con respecto a la opinión de un sujeto que se encuentre en el exterior del afectado; la segunda es la
intencionalidad derivada, la cual es cuando se necesita de un exterior o interlocutor, el cual ayudará a
darle sentido a la frase o hecho, la intencionalidad derivada se ve reflejada en la racionalidad
comunicativa, en la cual su objetivo es mostrar el potencial de la razón en el uso del lenguaje cuando 
está guiada al entendimiento, en pocas palabras, podemos observar que la acción comunicativa
necesidad de una racionalidad comunicativa, para que su acción o expresión consiga una consecuencia,
al igual que la intencionalidad derivada,en la cual es necesario el uso de la razón y de los estados
conscientes para poder desarrollarse, ya que si se carece de él, el entendimiento u objetivo principal
quedará en la nada. La tercera es la intencionalidad de referencia, la cual se basa en la acción
comunicativa esencial de cada sujeto, el cual le da a ciertos objetos capacidades que no tienen,
es una combinación de la imaginación y generación de nuevas ideas , lo que Burke nos resume
como la capacidad de combinar diferentes conceptos para crear nuevos.


Lo que podemos ver es que los tipos de intencionalidad se encuentran completamente ligados a la
acción comunicativa y a los diversos “subtipos” o características que definen dicha acción. Podemos
apreciar que la convergencia entre conceptos filosóficos no necesariamente difieren, sino que se
complementan. La importancia de estos objetos es importante, debido a que nos refieren no solamente
a la filosofía de la mente, sino a la filosofía del lenguaje y estas combinadas, nos ayuda a entender y
comprender el actuar de los sujetos e individuos.


Habermas, a partir de los estudios de H. Joas y E. Tugenhat, profundiza en la hipótesis de que la
acción comunicativa y la interacción que esta implica están mediadas, o en otras palabras, que ya
poseen unas reglas pragmáticas preconcebidas, que a diferencia de lo que podría pensarse inicialmente,
no tienen que seguirse al pie de la letra, sino que son presuposiciones  a las cuales debemos recurrir
dependiendo del contexto si queremos expresarnos coherentemente, permitiendo de esta forma que las
pretensiones de validez se eleven y que de esta forma la creación de una intersubjetividad entre los
sujetos se genere con más facilidad, además de demostrar la competencia pragmática de los hablantes.
Estas reglas se dividen en tres grupos: reglas lingüístico-analíticas básicas, las cuales consisten en
todas los prerrequisitos que garantizan la claridad del habla; la regla racional de justificabilidad,  la
cual exige que todos los hablantes justifiquen sus afirmaciones cuando sea necesario; y por último las
reglas generales de competencia y pertinencia, las cuales se encargan de distribuir los argumentos y
ordenar los temas.


Wittgenstein, según Habermas, introduce la idea de que “con la gramática de juegos del lenguaje se
abre la dimensión del trasfondo intersubjetivamente compartido del mundo de la vida en el que pueden
tener lugar las múltiples funciones del lenguaje; pero, al mismo tiempo, la referencia al mundo de las
expresiones lingüísticas se sitúa por así decir, «por detrás»  de la relación entre el hablante y el oyente”.
En otras palabras, sugiere que el acto del habla, el mismo lenguaje, está condicionado por el contexto
social en el que vivimos.


Por otro lado, Searle, estableciendo ya cierta relación entre los dos autores, propone en su teoría que
el trasfondo (ya sea cultural o educativo), al igual que la realidad individual del hablante, tienen
trascendencia dentro del acto del habla. Dentro del trasfondo se encuentra la intencionalidad, la cual
está determinada por el mismo trasfondo y definida por Searle como las capacidades, habilidades y
saber cómo general que hacen posible el funcionamiento de los estados mentales. Frente a la
intencionalidad se encuentra lo que es la Red, la cual constituye todo lo que son las creencias y los
deseos del interlocutor, aquellos que permiten que surja la intencionalidad.


Searle establece varias características alrededor del trasfondo, como la sugerencia de que la
intencionalidad no funciona de manera independiente o que para que haya un estado intencional es
necesaria una red, la cual requerirá de un trasfondo; además de disponer una serie de reglas que lo
explican, tales como que el trasfondo solo se hace presente cuando hay contenido intencional en el
mensaje, que para que haya acción es necesario que haya percepción y viceversa, que la
intencionalidad tiende a estar muy ligada con el trasfondo o que la intencionalidad se desarrolla
en el plano de la acción y la percepción, condicionada por el trasfondo.


A lo que queremos llegar con esto es que ambos autores, aún así hayan tomado enfoques distintos,
argumentaban de una forma u otra que el trasfondo requiere de unas reglas, pero estas requieren de
un trasfondo. Si bien Habermas se centraba en las reglas como tal, estableciéndolas como
preconcebidas y necesarias para que la finalidad del acto comunicativo se realizara de forma exitosa,
también hablaba sobre los juegos del lenguaje, argumentando que el contexto del hablante era
relevante dentro de la acción comunicativa; sin embargo, es lógico pensar que si el lenguaje tiene
unas mediaciones técnicas, siendo este el medio que permite que el hablante cree vínculos con el
mundo, esto también posibilita el la teoría de que lo que comunicamos a partir del discurso, el cual
está mediado por unas reglas, también moldee el mundo y el contexto que este representa,
consecuentemente condicionando a otros hablantes. No de forma muy ajena Searle presenta su
teoría en la cual le da un papel de vital importancia en la creación del discurso a lo que es el universo
individual, formado directamente por nuestras experiencias dentro de cualquier campo en nuestra
vida y que al mismo tiempo genera lo que es la intencionalidad, la cual simultáneamente esta
condicionada por otros factores, entre los que podrían incluirse lo que son las reglas de la acción
comunicativa, las cuales le permiten al hablante expresarse mejor frente al otro interlocutor y de esta
forma satisfacer sus condiciones de satisfacción, ya que para que estas se satisfagan, no es suficiente
que el discurso del hablante este moldeado por sus vivencias, sino que este también cumpla con una
serie de premisas para que sea argumentable.


Habermas nos introduce unos conceptos y teorías esenciales al momento de hablar del lenguaje y la
comunicación, entre estos está la acción comunicativa, que podemos definir resumidamente como
el acto de habla que tiene un fin comunicativo con una intención de comunicar algo y lograr un
convencimiento sobre lo que esta hablando, esta acción busca que los actores se entiendan en una
situación específica y exista una coordinación de las acciones.


La acción comunicativa es la única que en el lenguaje maneja un entendimiento donde los
interlocutores definen situaciones bajo una misma posición interpretativa del mundo, estas son
comunicadas en base a las pretensiones de validez, otro término de Habermas, concebido como
la intención de los hablantes de convencer al otro, de hacer creer el discurso, son los métodos de
cada interlocutor para mostrar como verdad lo que está diciendo y que pueda ser reconocido y
aceptado su discurso; el logro de ese entendimiento entre emisor y receptor después de aplicar unas
reglas universales según el contexto de los dos, más un resultado positivo de la pretensión de validez,
se conoce como intersubjetividad.
Existen tres criterios en la pretensión de validez: la pretensión de verdad, corrección y veracidad.


 Por otro lado nos encontramos con el concepto de condiciones de satisfacción del filoso Searle,
que podemos definir como lo que está preconcebido, lo que se necesita para poder crear una acción
basados en los estados intencionales de las personas, que determinan esa condición de satisfacción.
Tanto Habermas como Searle nos muestran cómo el contexto y la relación de lo que está preconcebido
con lo que vamos a hacer tienen gran importancia al momento de comunicarnos, buscando siempre
entendernos en un mismo lenguaje permitiendo así una comunicación real y convincente.

En conclusión podemos observar  que a lo largo de nuestro análisis, se ven desarrollados distintos
puntos en las diferentes hipótesis expuestas, pero que dichas hipótesis no se contradicen, sino que sus
características y se ven complementadas entre sí, permitiéndonos de dicha manera observar una teoría
del lenguaje y de la mente que posee mayor sustentación y capacidad de aceptación, llenando sus
vacíos y los puntos que los autores dejaron de lado, en definitiva, Habermas y Searle realizaron -
sin así quererlo- una teoría del comportamiento y accionar humano capaz de combinar la mente y
el lenguaje. 


BIBLIOGRAFÍA.


Searle, John. (2001). Mente, lenguaje y sociedad: Filosofía en el mundo real. Madrid, Alianza.
Searle, John. (1996). El redescubrimiento de la mente. Barcelona, Crítica.
Corredor, Cristina. (1999). Filosofía del lenguaje, una aproximación a las teorías del significado
del siglo XX. Madrid, Visor. 
Burke, Edmund. (1995), De lo sublime y lo bello. Barcelona, Altaya.

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