Formación Social de lo humano desde las víctimas del conflicto armado en Colombia


Introducción
Cuando se escucha por primera vez la frase: “formación social de lo humano” muchas ideas empiezan
a venir en un acto de imaginación y remembranza… ¿Qué es ser humano? ¿Cómo se forma?
¿El ser humano va más allá de lo social? … y es que en realidad con esta primera construcción
verbal comienza nuestro juego, el cuestionamiento es la primera herramienta de formarnos como
seres humanos, con la duda nace percepción de raza, con la duda surge la investigación, y con ella
unas respuestas con más preguntas, y es que, según Levinás, el hombre en su infinitud es imposible
de conocer, y como hombres también aplica a cada uno de nosotros;¿ pero por ser algo imposible o
difícil de alcanzar debemos inhibirnos de hacerlo? Esto hace parte de cada cual, caminar es el acto,
decidirse es algo mucho más complejo. Tal como Rachlin en su conductismo teleológico menciona a
Aristóteles  quien proponía en sus causas, debemos tener una causa final que nos guíe, que genere la
motivación para la causa eficiente, causas que integradas en el ambiente tendrán la consecución de lo
deseado. 
Entonces, ¿por qué elegir la visión de las víctimas del conflicto armado colombiano para comprender
la constitución de lo humano? sencillo, pues siguiendo las ideas de Levinás la formación del ser
humano comienza en el acercamiento con el otro, pero esto no se limita a quienes son idealistas,
acercarnos al otro implica entrar en su contexto, implica que ese otro se convierte en una gran
contingencia para nosotros, y nosotros para él, estamos en una relación de poder y contrapoder
como diría Foucault, en las que se aplican contingencias de control y contracontrol desde un enfoque
más skinneriano. 
Todo esto no se queda a un lado de las víctimas, no es carreta para rellenar espacios ni querer parecer
unos listillos más en un mercado globalizado y cibernético, no, es una pequeña muestra de que el
hombre como hombre nunca estará solo en su formación, en la mismísima soledad esta comparte
habitación con el silencio y el tiempo, y con nosotros mismos, y ahí seguiremos formándonos - o
deformándonos, depende del cristal con que se mire-, siempre estamos evolucionando, y siempre en un
contexto que será completamente influyente en nuestra vida, es por ello que queremos ver al hombre,
ver cómo se forma en sí mismo, ver cómo se forma con los demás, ver cómo se forma con el contexto,
las contingencias, los reforzadores y los aversivos. Es por ello que las víctimas son nuestra mejor
elección, nada mejor que aquellos que no han podido elegir sus contingencias, nada mejor que aquellos
que se han visto inmersos en programas contingenciales que ejercen poder y forman, nada mejor que
con aquellos con quienes nos sentimos identificados por ser un país que sufre y lleva sangrando
muchísimos años, nada mejor que con Colombia, el país más sufrido y alegre que hay. 


Pregunta de indagación:


Para comprender el conflicto armado de Colombia es necesario entender las implicaciones que la
guerra tiene sobre las víctimas, a fin de observar la constitución social de lo humano desde una
perspectiva social, donde se pueda observar el impacto que a nivel social una guerra puede tener
sobre la formación y el desarrollo de una población y sus individuos. Es por ello importante trabajar
acerca de este tema desde varias disciplinas, entre ellas la psicología. Por tanto, este trabajo tiene
como finalidad contestarse la pregunta por el ¿Cómo se comprende la constitución social de lo humano
desde las víctimas del conflicto armado en Colombia?

Nuevos aportes


Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia: 


  • “Hasta agosto de 2015 se registraron en Colombia 7.265.159 personas afectadas por
hechos victimizantes ocasionados en el marco del conflicto armado interno.
Éstos incluyen abandono o despojo forzado de tierras, actos terroristas, atentados,
combates, hostigamientos, delitos contra la libertad y la integridad sexual, desaparición
forzada, desplazamiento, homicidio, secuestro, tortura, vinculación de niños, niñas y
adolescentes al conflicto y daños por minas antipersonal, munición sin explotar y artefactos
explosivos improvisados.” (Franco, 2016, p. 37)
  • Promulgación de la Ley 1448 de 2011, Ley de víctimas y de restitución de tierras,
marco jurídico de atención, asistencia y reparación de víctimas del conflicto armado.
“Artículo 2 busca reivindicar la dignidad humana y asumir la ciudadanía plena de las
víctimas.” Artículo 135: “el conjunto de estrategias, planes, programas y acciones de
carácter jurídico, médico, psicológico y social, dirigidos al restablecimiento de las condiciones
físicas y psicosociales de las víctimas.”  (Franco, 2016, p. 37)
  • “enfoque diferencial”, es decir, el reconocimiento de las características particulares
    de las poblaciones “en razón de su edad, género, orientación sexual, especificidades
    étnicas y culturales y situación de discapacidad”  (Franco, 2016, p. 38)
  • “A partir de la pregunta por las formas socioculturalmente diferenciadas del
sufrimiento social y de la reconstrucción de la cotidianidad, en este estudio se exploraron
narrativas locales y translocales que permitieron entender la articulación entre dinámicas de
poder expresadas en el territorio local y dinámicas políticas y culturales de mayor envergadura
(Sahlins 1981, en Ortner 2006). A partir de esta estrategia metodológica, las voces de víctimas
y funcionarios públicos locales y del Estado central convergieron durante los trabajos de campo
que se adelantaron entre 2012 y 2014, en el casco urbano y algunos resguardos indígenas del
municipio de Tumaco (Nariño); en la ciudad de Bogotá, D.C. y en la ciudad de Pasto (Nariño).”
(Franco, 2016, p. 38)
  • “Evidenció que las experiencias de sufrimiento de las víctimas estaban atravesadas por la
acción de profesionales y actores burocráticos que, en varios de los casos, parecían neutralizar
las prácticas de las personas, ya fuera en el marco de esperas interminables que dejaban en la
incertidumbre “las indemnizaciones” o “el registro en el sistema”, de desencuentros semánticos
entre víctimas y profesionales que imposibilitaban la realización de un trámite para acceder a
unos derechos, o de la implementación de intervenciones que no se correspondían con las
necesidades vividas localmente y que, por el contrario, acarreaban efectos adversos.”
(Franco, 2016, pp. 38-39)
  • “La antropóloga brasilera Alcida Rita Ramos denomina a esto desencuentros semánticos:
“un aspecto de las relaciones intensamente desiguales del campo interétnico que le dan forma
a la comunicación imperfecta” (Ramos 2014, 8). De acuerdo con la autora, quien cita a la
antropóloga japonesa Emiko Ohnuki-Tierney, el desencuentro semántico corresponde a
“la falta de comunicación cuando no se comparte el mismo significado […] que puede ocurrir
cuando los implicados no se dan cuenta de la falta de comunicación entre sí”
(Ohnuki-Tierney 2002, 3, en Ramos 2014, 7).” (Franco, 2016, p. 42)
  • “Dos fracturas recorren el rol profesional de este experto. La primera se vincula
    con la ausencia de “diálogo” entre las medidas estatales y “las necesidades reales de
    las personas”; y la segunda, con la carencia de un “objetivo común” y de coordinación
    entre las entidades del Estado.” (Franco, 2016, p. 44)
  • “El antropólogo [Herzfeld] define la indiferencia como “un rechazo a aquellos que son
diferentes, una práctica selectiva instituida arbitrariamente, una negligencia benigna que
produce una excusa moral para la inacción” (Herzfeld 1992, 33): la “chambonada” burocrática.”
(Franco, 2016, p. 46)
  • “cómo las fronteras epistémicas y sensibles se vinculan con una racionalidad no
hábil para concebir formas particulares de ser persona, familia, niño, adulto, hombre o 
mujer, ni para formular e implementar acciones públicas lo suficientemente sensibles frente a
la alteridad. Esto ocurre no sólo porque se da por sentada una identidad compartida, sino
porque se asume la legitimidad de unas formas de existencia sobre otras.” (Franco, 2016, pp.
46-47)

Posturas en la atención psicosocial a víctimas del conflicto armado en Colombia: 
  •  “Los efectos de la exposición a los hechos de violencia son tan variables como los
sujetos que se han visto sometidos a dichas situaciones” (Moreno y Díaz, 2015, p. 194).
  • “Todas las víctimas tienen el mismo derecho a ser reparadas por haber sido sometidas
a tales actos de violencia, por lo tanto, desde la perspectiva oficial la política para la atención
a víctimas se caracteriza por estar formulada bajo el precepto del para todos, lo que significa
para todos por igual. La más reciente norma dirigida a mitigar los impactos de la violencia en
Colombia es la ley 1448 de 2011” (Moreno y Díaz, 2015, p. 194).
  • “La ley de víctimas se refiere a la atención como “la acción de dar información, orientación y
acompañamiento jurídico y psicosocial a la víctima, con miras a facilitar el acceso y cualificar
el ejercicio de los derechos a la verdad, justicia y reparación” (Colombia, 2012, p.36 citado por
Moreno y Díaz, 2015, p. 195).
  • “El enfoque (psicosocial) está orientado al restablecimiento de los derechos vulnerados y la
reivindicación de la dignidad de los sujetos afectados por los hechos de victimización”
  • (Moreno y Díaz, 2015, p. 195).
  •      “Considerar a las víctimas como sujetos que no solamente están sufriendo, sino que cuentan
con recursos para afrontar su situación actual de vida, lo que implica también reconocer que
los hechos de victimización no son el referente estructural que define su situación actual, sino
que tienen el valor de variables en una cadena de acontecimientos históricos que constituyen la
vida de un sujeto o una comunidad” (Moreno y Díaz, 2015, p. 196).
  •    “En las intervenciones revisadas se hace evidente una tendencia hacia perspectivas que abogan
por promover las capacidades de los sujetos y potenciar sus recursos para enfrentar las
situaciones. Estas perspectivas se posicionan como una respuesta frente al análisis de
experiencias centradas en posturas asistencialistas que perpetúan a las personas en el lugar
de víctimas” (Moreno y Díaz, 2015, p. 197).
  •       “Bello (2006a), por ejemplo, propone que la intervención psicosocial incluya elementos
que contribuyan a la reconstrucción de la identidad, propiciar la autonomía que permita
potencializar sus capacidades de agencia tanto individual como colectiva; favorecer la
satisfacción de las necesidades básicas que garanticen su subsistencia, es decir, acciones
de protección del Estado; y el despliegue de recursos propios, la activación de redes sociales
e institucionales, nuevos lazos y vínculos” (Moreno y Díaz, 2015, p. 201).
  •   “Así las cosas, resaltar la riqueza de los recursos comunitarios ubica a los sujetos posición
de agentes y sirve además para reconocer valiosas prácticas para enfrentar el dolor, que deben
ser atendidas como guía a seguir con las comunidades (Tovar, 2013). En este sentido, vale la
pena reconocer valiosas experiencias comunitarias adelantadas en las que, con sus propios
recursos, los sujetos se organizan para hacer frente al dolor” (Moreno y Díaz, 2015, p. 202).
  •   “Pensar el ámbito de la atención psicosocial a víctimas implica considerar que el
reconocimiento de un sujeto bajo el estatuto de víctima del conflicto armado es justificable
desde la perspectiva de los derechos humanos y la defensa de la dignidad de las personas
sometidas a las acciones violentas” (Moreno y Díaz, 2015, p.204).
  •   “La contradicción existente en la categoría víctima, pues sugiere desvalimiento y pasividad,
mientras que algunas experiencias de trabajo con personas afectadas por hechos de violencia
dan cuenta de la posibilidad de agencia, capacidad de resolución y afrontamiento ante las
adversidades. No obstante, como plantea Jaramillo (2006), el rótulo de víctima es el que
favorece el reconocimiento por parte del Estado y con ello la posibilidad de recibir la asistencia
que éste debe brindar de acuerdo con la ley” (Moreno y Díaz, 2015, p. 205).
  •   “Hay un marcado énfasis en una apuesta por el reconocimiento y la dignificación, como
también por el empoderamiento de los sujetos afectados por los hechos de victimización.
Ello supone una noción de sujeto capaz de construir, a partir de sus propios recursos, las
formas de hacer frente a las dificultades que ha tenido que enfrentar como consecuencia de la
violencia” (Moreno y Díaz, 2015, p. 207).


Relacionar


Para pensar la formación social de lo humano desde las víctimas del conflicto armado colombiano,
se propone trabajar los hallazgos encontrados por Franco (2016) en relación con las fronteras
simbólicas trabajadas desde la guerra desde una perspectiva de las víctimas y los hallazgos de
Moreno y Díaz (2015) donde se pueden identificar procesos psicosociales en las víctimas del
conflicto armado. Se busca durante esta parte del documento crear una discusión en torno a estos
hallazgos en relación con la teoría de las relaciones de poder desde Foucault (1991) y la comprensión
del otro desde Lévinas a partir de Aguirre y Jaramillo (2006). 
Para comenzar a entender el conflicto como construcción del ser humano de las víctimas, debemos
dar una primera mirada a la situación actual de Colombia, más de siete millones de personas han sido
víctimas del conflicto colombiano, estos se pueden resumir en “abandono o despojo forzado de
tierras, actos terroristas, atentados, combates, hostigamientos, delitos contra la libertad y la integridad
sexual, desaparición forzada, desplazamiento, homicidio, secuestro, tortura, vinculación de niños,
niñas y adolescentes al conflicto y daños por minas antipersonal, munición sin explotar y artefactos
explosivos improvisados.” (Franco, 2016, p. 37). Como se puede apreciar, no son simples actos
aversivos, son conductas que se han convertido en prácticas culturales por parte de los grupos armados
para ejercer un control primario y fundamental sobre la conducta. Se hace eco de técnicas de control
social e individual, se usa el aversivo más fuerte, la muerte, y con esta, se convierte al resto de los
individuos en sujetos sometidos al control de los otros, y es que tal como lo dice Foucault, todos
ejercemos poder y todos lo padecemos, solo existen diferentes niveles en los cuales se da el poder,
y en las víctimas, el poder ejercido se da en muy pocas ocasiones, como en San José de Apartadó. 
Es por ello que mediante leyes y legislaciones se intenta crear un tipo de contrapoder “verídico”
que permitan que las víctimas no se dejen comer completamente por un discurso y un padecimiento del
poder y los aversivos, por tanto se expiden leyes como la Ley de víctimas y restitución de tierras,
la cual busca, en resumidas cuentas, reparar a las víctimas del conflicto, “reivindicando la dignidad
humana y asumir la ciudadanía plena de las víctimas”(Franco, 2016, p. 37).  Pero nuevamente
entramos en el plano de lo discursivo, lugar imaginario en el que las víctimas ven la verdad como
la construcción social que legitima la estructura del poder, pues si bien han “logrado” salir del
programa aversivo al que han sido sometidos, este no se queda ahí, y la reivindicación estatal
comienza a ser su nuevo instaurador de relaciones de dominancia Estado-víctimas. 
Y es que su juego es muy gracioso, la legitimación discursiva, al mayor estilo de dominancia,
legitima dicha verdad y derechos como la ilusión de que nadie está por encima del Estado de derecho,
el leviatán está donde siempre ha tenido que estar, el hombre solo hace uso de sus recursos para
solventar sus beneficios, pero estos beneficios pasan de largo a las víctimas, las cuales escuchan
verbalizaciones de “enfoque diferencial”, en el que se busca crear un vislumbrar de lo particular,
de lo idiosincrático, un acercamiento individualizado que busca que el individuo sienta justa y
cómoda la dominancia, al fin y al cabo ya están acostumbrado, ¿no?
El intento de dar solución a esta problemática fue la búsqueda de entender las dinámicas del poder
expresadas en el contexto, dinámicas de poder político y cultural; por ello se buscó el acercamiento
integral de las víctimas y los funcionarios del Estado (Franco, 2016).  Y es que, como ya habíamos
logrado evidenciar en el trabajo de Ortega, la función de la verdad es completamente necesaria para
el proceso de resiliencia, que es el primer paso para la reconstrucción de la víctimas. “La verdad
es fundamental, pues permite la reunión de narraciones, lo cual da paso a la construcción de memoria
colectiva, permitiendo [...] el cumplimiento de las garantías de no repetición, [...] contribuye a que
la memoria sea un elemento que da sentido a los procesos de verdad.” (Ortega, 2015, p. 24). No
obstante, el jugar con estas contigencias hace parte del proceso de ejercer el poder, ni darlo todo ni no
dar nada, se entra en programas intermitentes en el que, tal como nos dice Foucault, el individuo se
convierte en sujeto se somete a sí mismo a lo que le dicen para construir su propia indentidad; es por
ello que  se juega, para controlar, para influir y manipular la conducta individualizada. Verbigracia,
podemos encontrar que se  
Evidenció que las experiencias de sufrimiento de las víctimas estaban atravesadas por la acción de
profesionales y actores burocráticos que, en varios de los casos, parecían neutralizar las prácticas de
las personas, ya fuera en el marco de esperas interminables que dejaban en la incertidumbre “las indemnizaciones” o
“el registro en el sistema”, de desencuentros semánticos entre víctimas y profesionales que imposibilitaban la realización
de un trámite para acceder a unos derechos, o de la implementación de intervenciones que no se correspondían con las
necesidades vividas localmente y que, por el contrario, acarreaban efectos adversos (Franco, 2016, pp. 38-39).
Y tal como hemos definido anteriormente, esta ejecución del poder se base en el uso del discurso y
el lenguaje, tal como Levinás nos planteará con una aplicativa de acercamiento, pero este sencillamente
no se puede dar en la gran mayoría de los casos, pues no se quiere un “entender” sino una práctica de
dominancia, y cuando no podemos ponernos en los zapatos de los demás no podremos nunca estar en
la misma semántica. y tal como nos lo expresa la antropóloga Alcida Rita Ramos, parafraseando a
Emiko Ohnuki-Tierney, “los desencuentros semánticos son un aspecto de las relaciones intensamente
desiguales del campo interétnico que le dan forma a la comunicación imperfecta” (Franco, 2016, p. 42).
Es este uso del lenguaje, como lo plantea Wittgestein, en el que se dan juegos lenguaje que serán la
herramienta predominante en las ejecuciones de control expresadas por Foucault. 
Este desencuentro choca contra la búsqueda ideal para las víctimas, su recontrucción, su nueva
construcción, el superar, el salirse de la zona de control y dominancia a la cual se ha visto ligada
durante mucho tiempo, en el que se empieza a vislumbrar sentimientos de NO MÁS, pero los que
han de ayudar se dejan llevar por sus propias prácticas de poder al cual han sido sometidos, y como
contracontrol (según Skinner es la respuesta a cualquier estilo de control, no es igual al contrapoder,
es solo la respuesta manifiesta) chocan contra sus subordinados, en una pirámide de control y
necesidad de poder, por ello no se pierde solamente la concepción del ser humano de las víctimas,
sino que se pierde también la de quienes intentan ayudar; esto se representa en  “dos fracturas (que)
recorren el rol profesional de este experto. La primera se vincula con la ausencia de “diálogo” entre
las medidas estatales y “las necesidades reales de las personas”; y la segunda, con la carencia de un
“objetivo común” y de coordinación entre las entidades del Estado.” (Franco, 2016, p. 44)
La concepción de poder desde Foucault y la legitimación del discurso que se sustenta desde
Wittgesten y Hayes hace que evidenciemos una construcción de frontera en la consecución y
planeamiento del ejercicio de la dominancia, por tanto el poder y su ejecución está construida
en las bases de la diferencia de estas capacidades de ejecutar el accionar de control e influencia,
y tal como se expresa en el ámbito de las víctimas en Colombia, “esto ocurre no solo porque se
da por sentada una identidad compartida, sino porque se asume la legitimidad de unas formas de
existencia sobre otras.” (Franco, 2016, pp. 46-47)

Respuesta a la pregunta


Para entender la formación del ser humano no solamente es necesario referirnos a lo teórico,
fácilmente podríamos generar cientos de teorías inocuas que no tendrían cabida en el verdadero
surgimiento del hombre, no solo es necesario tener el sartén y calentarlo, tenemos que tener
comida para poder llegar a lo que queremos, generar conocimiento que trascienda y sea praxista,
combinando la práctica con la teórica, combinando la realidad con la ciencia. Es por ello que
abarcaremos al ser humano desde lo más específico de lo que una historia y biografía puede estar
combinada, y es el trágico plano de la violencia, la guerra y las víctimas. 
Hemos llevado un estudio que dependiendo del cristal con que miremos, ha sido extenso o corto,
lo que sí podemos afirmar con seguridad es que se ha hecho una revisión minuciosa y muy jugosa
de diferentes perspectiva que han dado múltiples contingencias teóricas para comprender al ser
humano, principalmente para comprender su formación en el campo de las víctimas y la violencia
en Colombia. 
Entonces, ¿qué es el ser humano? y ¿cómo se forma? Quizá cuando se ha visto a Wittgestein, Levinás,
Clifford Geertz, Enrique Dussel, entre muchos otros autores que quizá no se han tomado la tarea
específica de responder a estas preguntas, pero sí se han centrado en aspectos que sí le conciernen al
hombres, y el hombre en su mundo multicontingencial, contextual, interconectado, se forma a partir
de todo, y esto es lo más importante que pudimos aprender para responder a la pregunta. 
Las víctimas del conflicto armado colombiano se forman como seres humanos a partir del todo que
lo conforma, se forma como ser humano en sus relaciones multicontingenciales se constituye desde
lo más pequeño a lo más grande. La “víctima” primero se forma desde su idiosincrasia, desde sus
rasgos filogenéticos, ontogenéticos y epigenéticos; en una siguiente escala se forma en su
mesocontexto, su familia, sus cercanos, para luego entrar a su cultura, el macrocontexto, en el
cual también entra su relación con dios y la espiritualidad. En cada parte de esta escala hay
comportamientos que le van construyendo. El lenguaje, como herramienta lo forma intra e
interpersonalmente, emite conducta verbal y emite contingencias propias y para los demás
. Y ahí es donde realmente se construye, en un entramado cíclico, se forma en la interacción con
el otro, en sus valoraciones, atribuciones, esperanzas, ideales; esto es lo que lo formará con la
etiqueta de víctima o con la etiqueta de guerrero, esto es lo que formará su antiutopismo o su
resiliencia. 

Referencias

Aguirre, J., & Jaramillo, L. (Julio-diciembre 2006). El Otro en Levinás: una salida a una encrucijada
sujeto-objeto y su pertinencia en las ciencias sociales. Revista Latinoamericana en Ciencias Sociales
y Juventud, 4(2), 1-17.
Foucault, M. (1991). El sujeto y el poder. En El sujeto y el poder (págs. pp.51-69). Bogotá: Carpe
Diem Ediciones.
Franco, A. (2016). Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia. Rev.
Antropol. Arqueol., 35-53.
Moreno, M., & Díaz, M. (2015). Posturas en la atención psicosocial a víctimas del conflicto
armado en Colombia. AGO.USB, 193-213.

 Godoy Ortega, Y. M. (2014), Desaparición forzada y reparación una mirada a las reparaciones
desde la perspectiva de las víctimas organizadas, el caso Asfaddes [trabajo de grado], Pontificia
Universidad Javeriana, Carrera de Ciencia Política. PP. 147, Bogotá, Colombia.

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