Nuevos procesos de selección: Assesment Center
La selección de personal es un proceso que busca
conseguir la persona idónea para un determinado puesto de trabajo. Sin embargo,
no es tan ligero como parece, pues para llevarlo a cabo con éxito es necesario
tener claro qué se busca en el puesto de trabajo y a partir de ello desarrollar
de manera objetiva una estrategia que permita identificar a la persona más
acorde a la vacante (Miranda, 2016).
Dicho proceso de selección es fundamental dentro de una
organización porque a partir de ello la productividad laboral puede mejorar o
desmejorar. Según la firma Careerbuilder, el 41% de las empresas que realizaron
una mala selección reportaron grandes pérdidas por el mal reclutamiento, 41% de
reducción de su productividad, 40% en pérdida del tiempo en selección y preparación
y 36% de consecuencias negativas en la moral de los empleados (Gestión
humana.com, 2014). Es por tanto de vital importancia que se elijan de maneras
adecuadas las mejores herramientas para evitar este tipo de dificultades
(Alonso, Moscoso, & Cuadrado, 2015).
Por lo anterior, la manera en la cual se determina si un
proceso de selección fue bueno o no, es mediante las evaluaciones de
satisfacción de los clientes, los indicadores de rotación y opiniones generales
de la compañía (Gestión humana.com, 2013).
A partir de lo mencionado, se pone de manifiesto la
importancia de usar herramientas que den validez y confiabilidad al proceso de
selección. Por ello, se han creado nuevos procedimientos que han fortalecido la
selección de personal en sus métodos novedosos e integrales. Un ejemplo de esto
ha sido el Assesment Center (AC), tema del que se ocupara este trabajo.
El AC es un procedimiento sistemático y estandarizado
que se convierte en un centro de evaluación de la cualificación para poder
medir el grado de desarrollo de las competencias de las personas que se
postulan a un cargo (Lievens & col., 1997; Olaz, 2017). Este procedimiento
combina ejercicios de simulación diseñados para evaluar habilidades, destrezas
(Toro, 2014; Alonso & col., 2015) y conocimientos técnicos que diversos
jueces observan, integran y evalúan (Castro & Osorio; Lievens & col.,
1997).
El AC nace en la Alemania de los años 20, cuando el
ejército alemán buscó encontrar mejores oficiales y tropas con cualidades
superiores (Miranda, 2016; Olaz, 2017).
Proyecto que fue impulsado en 1935 en la universidad de Berlín por la
Alemania nazi y Rieffert. Más adelante, en Inglaterra hacia 1942 se forman los
War Office Selection Board que usaban simulaciones individuales y grupales.
En 1945 a Estados Unidos llega este proceso de selección
con la intención de buscar personal cualificado para el servicio secreto, por
lo que se crea la Office of Strategic Service. Y en 1956 AT&T desarrolla el
Management Progress Study, dirigido por el psicólogo Bary, donde se realiza un
estudio en el que se evaluaron 450 personas con y sin formación universitaria
en 25 aspectos claves sobre empresarios de éxito a través de un análisis
curricular, entrevistas en profundidad, ejercicios de simulación, juego de
roles, grupos de discusión y test (Olaz, 2011).
Frente a la investigación en 1970 Byham publicó su
primer artículo sobre AC para público no especializado en Harvard Business
Review, titulado “Assessment Centers for Spotting Future Managers”. Y en 1985 Thornton
y sus colaboradores de Colorado State University analizaron 200 coeficientes de
validez de 50 estudios sobre el Assessment Center, encontrando un resultado de
0.37 (Byham, 1993).
Dentro de todo este auge y desarrollo histórico del AC
es importante destacar que hoy en día es un método de selección bastante
empleado por las organizaciones, ya que como técnica estandarizada que busca
predecir las competencias (Castro & Osorio), se diferencia de otros métodos evaluativos en
que se enfoca en dimensiones conductuales específicas, las cuales son
representativas de la realidad y se han identificado gracias a un análisis
previo de los puestos de trabajo (Toro, 2014).
Dentro de sus características más comunes, se encuentra
el realizarse con seis participantes,
durante un tiempo de uno a tres días, aunque algunas compañías usan un
enfoque total que agrupa todas las simulaciones en una sola, reduciendo así los
costos y el tiempo (Byham, 1993). Además, el AC utiliza diversas técnicas de
evaluación, entre ellas destacan diversos tipos de simulaciones de situaciones
reales de trabajo, acompañados por entrevistas y en algunas ocasiones test
psicológicos; por ejemplo, ejercicios de resolución de casos, discusión de
grupo, simulaciones de entrevistas con clientes, ejercicios de esclarecimiento
de hechos, problemas de toma de decisiones, ejercicios de exposición oral y
ejercicios de comunicación escrita (Byham, 1993).
Cabe resaltar que el enfoque del AC es encontrar las
competencias para un puesto, constituidas por: un saber hacer, un saber estar,
un querer hacer y un poder hacer (Olaz, 2017). También, es importante dentro de
este sistema de evaluación la retocomunicación, la cual es un mecanismo que
permite compartir los resultados con los participantes (Toro, 2014).
Según el International Task Force on Assessment Center
Guidelines las etapas que debemos tener en cuenta en un AC son: diseño,
ejecución y entrega de reportes. La primera etapa, el diseño, implica la
elaboración de parámetros, herramientas y guías que direccionarán el AC; en
este momento del proceso se debe tener en cuenta el análisis del cargo, la
clasificación de los comportamientos, el diseño de pruebas, los objetivos, la
instrucción a los evaluadores y la selección de los candidatos. Es importante
que las herramientas estén estructuradas en el manual de aplicación, en donde
se dispondrán las de tipo individual (psicotécnicas, de aptitudes, de
personalidad o de inteligencia) y las interactivas (juegos gerenciales,
solución de problemas, sustentación de proyectos o juego de roles, entre
otros).
Frente a la segunda y tercera etapa, la ejecución y
entrega de reportes, se debe contar con panelistas evaluadores y un líder
coordinador. Se comienza con un periodo de rompe hielo, seguido por el encuadre
y el desarrollo de las actividades, un cierre con comentarios y la calificación
en la cual se entrega al candidato como al cliente información cuantitativa y
cualitativa (Castro & Osorio; Gestión humana.com, 2014; Toro, 2014).
Por otro lado, considerando el AC como procedimiento de
selección es importante también tener en cuenta su verdadera validez y
confiabilidad. Estadísticamente el nivel de validez del AC es de 0.37, siendo
superado solamente por las entrevistas y test de inteligencia, los cuales
duplican este puntaje. Sin embargo, según Hunter y Hunter (1984), algunos AC
pueden llegar a tener una validez de 0.60 mientras otros no logran pasar del
0.10. En relación con la fiabilidad el AC cuentan con un 0.70 de ella según investigaciones de Salgado y
Mozcoso (Alonso & col., 2015). Pero la fiabilidad del uso de diversos
jueces puede generar un puntaje entre 0.60 y 0.90 según Borman (1982 citado por
Lievens & col., 1997).
No obstante, las investigaciones de meta-análisis
indican que la validez predictiva del AC es más baja que la de otros
instrumentos que son más baratos y consumen menos tiempo (Alonso & col.,
2015). Es por ello que se recomiendan seis conceptos metodológicos para generar
validez en el AC: 1. La valoración entorno a dimensiones. 2. Utilización del
comportamiento simulado para predecir el comportamiento. 3. Uso de interjueces.
4. Usar diversas herramientas que cubran las dimensiones. 5. Debates entre los
jueces entorno a las dimensiones. 6. Entrenar a los jueces para que conozcan y
eviten los errores típicos (Byham, 1993; Lievens & col., 1997).
Pese a los errores que pueda tener el AC en relación a
su validez o confiabilidad siguen siendo muy usados por las compañías. Es
importante comprender que el uso del AC se da tanto para la selección de
directivos como de colaboradores y operarios; la razón de su uso está en que es
mejor aceptado por los candidatos, aunque siga siendo un procedimiento de
selección estresante y competitivo (Lievens & col., 1997). Empero, es
importante que todos los candidatos tengan características similares que les
permitan tener las mismas posibilidades de acceder al cargo (Olaz, 2011); plus
a esto se debe considerar la perspectiva ética en la que los participantes
conozcan realmente las condiciones, los métodos y riesgos psicosociales que
podrían presentarse (Toro, 2014).
En su implementación se debe realizar un análisis previo
de los puestos de trabajo que permita diseñar las dimensiones que serán
relevantes para el cargo, estableciendo claramente qué se va a medir para que
se pueda justificar su inversión en tiempo y dinero (Byham, 1993; Lievens &
col., 1997). Además se debe tener cuidado con introducir más de seis competencias
a evaluar, ya que esto generaría inflación en la información y dificultad de
análisis (Olaz, 2011).
Ahora bien, como en todos los procedimientos de
selección en el AC también se encuentran dificultades, la primera de ellas
tiene que ver con el riesgo a que los jueces no usen las categorías de la
manera en que fueron elaboradas, o en otros casos hagan evaluaciones en
términos generales y no a partir de las categorías. Una segunda, hace alusión
al diseño de muchas categorías, lo que hace imposible la evaluación. Y una
Tercera, se refiere al riesgo de los errores de tipo perceptivo como el efecto
halo, la tendencia central o los estereotipos (Castro & Osorio; Lievens,
& col., 1997; Gestión humana.com, 2014).
A nivel más empresarial algunos problemas pueden ser que
el AC requiere de demasiado tiempo, y por tanto inversión. Además, en ocasiones
los candidatos pueden ceder a la presión y no mostrar conductas reales. Y como
se ha mencionado antes, un diseño deficiente de selección trae consigo
contrataciones ineficientes, afectación en el comportamiento de los
trabajadores y su desempeño, decremento del desarrollo y de la gestión del
capital humano (Byham, 1993; Miranda, 2016).
Pero no todo es negativo con el AC, ya que este se
constituyen como excelente método en comparación con otras formas de selección,
formándose como una experiencia única de aprendizaje, en el que se controla la
reactividad y deja de lado el comportamiento de deseabilidad social, siendo
además igual de válido en términos de edad, raza y sexo (Castro & Osorio;
Gestión humana.com, 2014). El AC permite
conocer a profundidad las fortalezas y necesidades de los candidatos, ya que
sus resultados son objetivos y confiables gracias el uso del multimétodo y la
multifuente, por tanto, los AC deben verse más como más como una inversión que
como un gasto (Lievens & col., 1997).
En Colombia, los AC son muy populares y se usan
frecuentemente en la actualidad. Según Lina Cruz, psicóloga de selección de
personal y contratación, son innovación porque se muestran como una evaluación
más completa y por ese motivo son tan populares, por acercarse a la realidad.
Empero, el uso del mismo puede tener resultados catastróficos si no se le da un
adecuado uso. Aunque sirve para predecir el futuro comportamiento de los candidatos
y se aproxima a la realidad, no es una garantía del cien por ciento y, por lo
tanto, no se puede aplicar a todos de la misma manera. En términos de Castro y
Osorio (s.f) su diferencia de otros métodos evaluativos hace que se enfoque en
dimensiones conductuales específicas, las cuales son representativas de la
realidad y se han identificado gracias a un análisis previo de los puestos de
trabajo.
Desde su experiencia, Jaime Ferro, profesor de
especialización de psicología de las organizaciones, es fundamental que se haga
capacitación a los psicólogos antes de hacer un proceso de assessment. Sin
embargo, hay algunas empresas que no siguen los pasos completos: no se usan
evaluaciones, no hay observadores, los observadores no están entrenados, no se definen,
diseñan o evalúan bien las competencias, no hay uso de estadísticas, entre
otras. Frente a lo anterior se evidencia el incumplimiento de las etapas de
diseño, ejecución y entrega de reportes con evaluadores poco capacitados que
pueden llegar a caer en evaluaciones generales y errores perceptivos donde no
permitan un proceso de AC con efectividad (Castro & Osorio; Gestión
humana.com, 2014; Toro, 2014).
El AC, en
términos de Germán Santana, psicólogo especializado en RRHH, no es una prueba
mágica. Se necesita hacerse bien para ayudar a los psicólogos a implementarla,
pero es necesario saber a qué persona se le realizará. Para Pinilla y Ferro, un
AC no se debería usar en una persona operaria ya que no es tan bueno para ese
tipo de cargos, debe utilizarse para trabajadores que están en mandos medios
para arriba. No obstante, para Cruz, se debe utilizar para los ejecutivos en
competencias y para los operarios en habilidades.
Por lo anterior, Cruz considera que el proceso de AC implica tiempo y dinero, por
lo tanto es muy importante de que el desarrollo del mismo sea efectivo y
completo, porque según Lievens (1997) se
deben ver vistos como una inversión, no como un gasto. Si no se hace bien este
primer paso, habrá malas contrataciones por lo que los trabajadores o no se
adaptarán a la cultura o no tienen las competencias suficientes para el cargo
lo que conllevará a la empresa gastos innecesarios que se habrían podido evitar
si hubiera tenido un óptimo desarrollo. Por otro lado, es importante recalcar que
los assessment no deben ser una copia exacta de pasados procesos porque
perderían validez y su confiabilidad podría llegar a ser cero. Es necesario que
sea lo más riguroso posible ya que el uso de diversos jueces puede generar un
puntaje entre 0.60 y 0.90 según Borman (1982 citado por Lievens & col.,
1997).
A modo de conclusión, consideramos que los assessment
center son una de las maneras más innovadoras y efectivas en los procesos de
selección, ya que permiten demostrar si una persona es apta para el cargo por
sus habilidades. Sin embargo, el hecho de que los participantes sean aptos por
lo anterior, no garantiza que se adapten a la cultura de la empresa. Es
necesario que el proceso sea lo más implacable posible para contratar a las
personas que mejor se adapten a la empresa, pues depende de ello si el AC se ve
más como inversión que como un egreso. Se debe hacer con esfuerzo y dedicación
al proceso, ya que no todos los
ejercicios son iguales para diferentes cargos de la compañía. Se debe evaluar
de acuerdo a las características del cargo y a la(s) persona(s) que estén
involucrada(s).
Referencias
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Ferro, J. ( 14 de septiembre 2017). Nuevos procesos de
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www.gestionhumana.com
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Las 8 etapas de un assessment center efectivo: www.gestionhumana.com
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Miranda, M. G. (2016). El assessment center y su
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selección: Assesment Center. (Á. Pabón , Entrevistador), correo: gesantanar@yahoo.es.
Toro, F. (2014). Criterios para la conformación de un
servicio de Assessment Center para el desarrollo gerencial. Revista Interamericana de Psicología
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